UNION NACIONAL DE TRABAJADORES
Encuentro para la Transición Democrática con Justicia y Equidad
PARTICIPACIÓN DE LA
LIC. BEATRIZ ELENA PAREDES RANGEL
Muy buenas tardes, en primer lugar quiero decir que me da mucho gusto estar entre ustedes y aprecio muy significativamente esta invitación y la decisión del conjunto de organizaciones sociales, de trabajadores del campo, de trabajadores de la ciudad, de sindicatos y grupos sociales para que en el marco de una discusión plural se subraye la importancia de que los temas de la agenda social no sean soslayados por la crisis política que se avecinaba en el país. Aprecio la convocatoria de don Francisco Hernández Juárez y la presencia de los distinguidos dirigentes de los partidos políticos que encabezan este evento y me complace compartir esta reunión con Pepe Woldenberg cuya conducta tanto ha aportado a la democracia mexicana y con un hombre de la Iglesia Católica reconocido por sus posiciones progresistas como Monseñor Obeso.
Tengo que empezar por saludar la decisión del gobierno de la República de replantear su posición en torno al tema del desafuero y felicitar a todas las organizaciones sociales y políticas por la defensa de los procesos de democratización en el país. Me parece que la historia de México no puede involucionar y que estábamos ante la inminencia de involución que hubiese sido muy costosa para el desarrollo de nuestro país.
Compartir con ustedes, los sistemas democráticos en América Latina han entrado en las últimas dos décadas en procesos muy complejos, que lo que han reflejado en toda la región es la incapacidad de las democracias representativas para encauzar las expectativas de las sociedades latinoamericanas. Después de la época de las dictaduras militares, que ensangrentó la realidad de Centroamérica y del Cono Sur, después de la etapa del partido hegemónico en nuestro país, hubo una irrupción de democracias electorales en donde diversas fuerzas políticas encontraron la posibilidad de la competencia electoral para ir revitalizando los sistemas políticos en la región de América Latina.
¿Qué pasó sin embargo?, la situación económica de toda la región estuvo atrapada por procesos de ajuste estructural que significaron al mismo tiempo la transformación de los estados y del aparato público de los estados, de las instituciones gubernamentales en procesos de reformas institucionales que supusieron la disminución del aparato público, su abandono de funciones estratégicas en la economía y una paulatina redensificación del papel de la administración pública; al mismo tiempo, políticas económicas rígidas que, después de la enorme crisis de la deuda que atrapó a los países latinoamericanos, llevaron a políticas de ajuste que han mantenido en un nivel castigado al ingreso de los trabajadores y que han colocado el costo del ajuste fundamentalmente sobre las espaldas de la clase trabajadora.
¿Qué pasó simultáneamente?, un proceso de descrédito de las formaciones políticas tradicionales y la incapacidad de los partidos políticos tradicionales de reflejar una nueva dinámica social. Hay una encuesta periódica que se aplica en toda la región que se llama el "latinobarómetro" en donde mide el prestigio de las instituciones vinculadas con la democracia y los partidos políticos, como mecanismos de intermediación, son entidades que encuentran un gran desprestigio. Una imposibilidad de resolver a través de las instituciones clásicas de la democracia representativa particularmente el Congreso, las contradicciones básicas de las sociedades y una sensación de la ciudadanía en la región de que los mecanismos de representación tradicionales no los reflejan suficientemente.
La gente, según dicen los estudiosos y los análisis realizados, no se ve representada, ni en los partidos políticos ni en las instituciones tradicionales de la democracia representativa. Hay una expectativa de la ciudadanía que no encuentra reflejo en estas instituciones y hay una dinámica de las propias instituciones que tiende a recrearse, aislándose de la presión social o de la dimensión social del encargo que tienen. Nos encontramos entonces en la región, en una profunda crisis de la democracia representativa. Esta profunda crisis de la democracia representativa tiene otro componente adicional que desde mi punto de vista, es el estructural; la presión sobre las instituciones de la democracia representativa de la agenda de la globalización económica, los mínimos márgenes de maniobra que tienen los estados nacionales en la región para definir las cuestiones esenciales de su política económica habida cuenta de una etapa en donde la globalización económica impone reglas y márgenes muy limitados a las sociedades nacionales y a las instituciones representativas.
En paralelo a esto, qué es lo que ha pasado con la sociedad, una extraordinaria irrupción del protagonismo social, una exigencia reiterada de los sectores excluidos para jugar un nuevo papel protagónico en la conformación del poder, una rebelión de las bases de las organizaciones sociales sobre las estructuras de control anquilosado y nuevos métodos de control y de participación que no están encontrando correspondencia en la capacidad institucional de absorción de los sistemas democráticos tradicionales. Estamos viviendo pues un enorme periodo de irrupción social y una incapacidad de los estamentos tradicionales del poder para modificarse y poder generar un pacto participativo.
¿Cuál ha sido la fórmula para resolver estas contradicciones? La de la democracia electoral. El problema es que en nuestra región, en América Latina, la democracia electoral se está enfrentando a sus propios límites y a una disyuntiva: democracia mercadotécnica, donde hay un vaciamiento de contenidos de la oferta, se busca personalidades espectaculares que retraten bien y en donde la instrumentación del mensaje a través de los medios electrónicos sea el paradigma de la construcción del trabajo político electoral.
Es ese tipo de democracia, en donde son más importantes los publicistas que los candidatos, en donde son más trascendentes los eslogan que las propuestas de fondo y en donde la importancia del movimiento social es relegada porque es una democracia electoral que no cree que su escenario de acción sea una sociedad de ciudadanos, sino supone que su escenario de acción es una sociedad de clientes o de consumistas al que se les vende un producto electoral.
Esta tendencia de la democracia en América Latina, esta trivialización de los procesos democráticos electorales para reducirlos a un tema de marketing político, le da un rol de extraordinaria relevancia a un factor que trastoca transversalmente la realidad de la evolución democrática de la región al tema del dinero. Las campañas en esta lógica mercadotécnica son extraordinariamente costosas y el vínculo entre candidato y ciudadanía prácticamente es inexistente porque el diseño de las campañas no tiene que ver con el contacto directo sino que tiene que ver básicamente con la emisión de un mensaje, de una estrategia publicitaria y el enganchamiento de los consumistas electorales en la compra de un producto. Incluso, hay fraseología "ese candidato se vende bien"… "vende bien". Esta es una de las grandes tendencias de la expresión de la democracia electoral en la región y, es una tendencia que ha tenido manifestaciones muy concretas en prácticamente toda la zona. Se inició en Brasil, con la experiencia de Color de Melo, tuvo una expresión muy importante en la primera etapa de Fujimori y si me permiten ser rigurosa en el análisis, yo diría que en buena medida el fenómeno de Fox corresponde a esta convergencia (cambio de cassete) …los líderes de la democracia representativa por los movimientos sociales y la exigencia de transformar mecanismos de participación representativa, formal, por democracias participativas plebiscitarias.
El caso más extremo es la situación boliviana, cuando los mecanismos formales de democracia representativa son rebasados y se plantea la democracia plebiscitaria como opción. En estos dos extremos de la crisis de los sistemas democráticos en la región, tenemos que encontrar las posibilidades de que el movimiento social pueda construir su injerencia decisiva en la construcción democrática y al mismo tiempo le dé viabilidad a la gobernabilidad; ése es el extraordinario desafío para el movimiento social en toda la región: dotar de contenido social a la democracia, saber que la democracia es un instrumento, no es un fin en sí mismo y, transformar radicalmente el rol de los partidos políticos en una alianza clara.
Mis propuestas concretas para el movimiento social mexicano.
Estimados amigos, estimadas amigas, lo que es claro es que las élites políticas de nuestro país en esta etapa, no estamos a la altura de las circunstancias. Lo que es evidente es que no tenemos el privilegio de contar con una generación como la de 1857 que pudo responder a un ENORME desafío en nuestro país, con una idea prospectiva de futuro y con una visión de institucionalidad. Lo que es obvio es que la correlación de fuerzas del mundo global tiene un conjunto de exigencias con los cuales deben de sortear los países que somos periféricos y particularmente México, que tiene una situación geopolítica concreta, que es al mismo tiempo un enorme reto pero una enorme oportunidad. Mi propuesta es que logremos poner la agenda del movimiento social como eje articulador de una nueva dinámica política en el país, porque la agenda de los partidos políticos no lo va a lograr y no lo va a lograr porque están demasiado embebidos en la disputa electoral.
Porque, lamentablemente para los mexicanos, los partidos políticos en nuestro país todavía están atrapados en la etapa primaria de su papel, que tiene que ver con la disputa del poder. Para que la agenda social sea el núcleo articulador de un nuevo pacto del país que le dé sentido y pertinencia a las instituciones mexicanas y no solo refuncionalice o las modernice para que cumplan más eficazmente la agenda supranacional de la modernización, me parece que ustedes deben tener la habilidad de exigirle a todos los partidos políticos compromisos concretos en sus plataformas electorales en torno a las prioridades de la agenda social, a todos los partidos políticos; que su pacto con los partidos políticos tenga que ver con los compromisos concretos que hagan en su plataforma electoral y no solo con el intercambio de posiciones que, a la larga hemos visto que tampoco son tan sustantivas; Segundo, que el movimiento social y el conjunto democratizador del país hagamos un intento por superar la tradición clientelar de nuestra participación política, el clientelismo es dramático para el movimiento social y para la democracia, no importa del signo que sea, es dramático que intercambiemos "espejitos" por votos, no importa en qué sentido sea ese intercambio, Tercero, si el movimiento social se vuelve el núcleo de la nueva articulación del país, sin duda vamos a elevar el debate político y podremos trascender la trivialización y la superficialidad que por cierto, es una dinámica que lo que pretende es desprestigiar el valor del quehacer político.
Creo que si el movimiento social adquiere este rol central en la construcción de un nuevo pacto el siglo XXI tendrá sentido y el desarrollo de la tecnología, de la nueva era de las telecomunicaciones, el desarrollo de esta irrupción popular, devendrá en mucha mejor y mucha mayor democracia. Muchas gracias.
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